sábado, octubre 20, 2007

Gente


La calle está llena de personas yendo de un lado a otro con prisa, con rumbos inmediatos, pero sin objetivos a larga distancia. Todo lleva un frenético movimiento que no hace más que aumentar. Uno se para un momento y piensa, ¿a qué viene todo esto? Gastamos toda nuestra vida en recluirnos, en el colegio, en casa, en la universidad, en el trabajo. Creemos tener un objetivo con sentido, pero no lo tiene. Poco a poco fuimos creando tareas y entretenimientos para la vida, pero se fueron haciendo cada vez más complicados hasta llegar a un límite absurdo. ¿De qué me sirve estudiar una carrera para trabajar y ganar un dinero, ganar algo en realidad inservible inventado por nosotros mismos? Gastamos nuestra vida para comer y para llegar a la vejez y disfrutar de lo que queda. Pero llegamos la jubilación y nos sentimos inútiles y con ganas de seguir trabajando, porque es para lo que nos han programado. Si tu objetivo es tumbarte y hacer lo que quieras. ¿Por qué no lo haces directamente? ¿Por qué tenemos que estar haciendo algo permanentemente? Para no pensar y darnos cuenta de nuestra estúpida existencia. Si llenamos nuestra cabeza de conocimientos sin sentido, no hay espacio para la conciencia de soledad y absurdez de nuestras vidas. Ese uno lo va a dejar todo, va a escuchar lo irracional de su interior, su verdadera naturaleza, su esencia y va a vivir. Pero es entonces cuando otro lo empuja y olvida todo y sigue caminando.
Prefiero no pensar en lo estamos haciendo para no arrepentirme, porque pienso que somos absurdos, sigo esperando una respuesta coherente, mientras tanto me entretengo estudiando…