viernes, abril 20, 2007

Ascensores y vecinos


Tengo una lista con momentos largos y realmente incómodos. Situaciones que intentas evitar a toda costa, pero que por alguna cruel razón del universo, todos vivimos más a menudo de lo que deseáramos.
Por ejemplo, el ascensor. Es un lugar muy propicio para que el tiempo se ralentice y tengas que sufrir una de las conversaciones más absurdas y forzadas de la historia, al encontrarse con un vecino.
Primero está el de la salida fácil.
-¿Qué? ¿Al cole?
Te gustaría decir:-No, me levanto a las ocho de la mañana un lunes y me voy con una mochila teniendo 16 años, solo por estirar las piernas.
Pero en vez de eso sonríes tontamente y contestas como una persona “civilizada”.
-Si…
También está el tema de conversación del tiempo.
-¿Qué frío verdad?
-Sí, y encima dicen que va a llover…
-…
A veces te puede pillar un vecino nostálgico.
-¿Cuántos años tienes ya?
-Diecisiete.
-Anda…que mayor. Si todavía me acuerdo de cuando eras un bebé y jugabas por la placita. Como pasa el tiempo…
-Si…
Yo últimamente opto por saludar educadamente y mirar al suelo durante los interminables segundos de subida en ascensor, para evitar este tipo de interesantísimas conversaciones.
Pero lo peor vecino de todos es el sincero. Estás tranquilamente en el ascensor cuando entra tu vecina.
-Vaya, has engordado, ¿eh?
Te gustaría contestarle que si, y que a ella cada día se la ve más vieja, pero tu asombro no te lo permite y simplemente te quedas con cara de pez hasta llegar a tu destino y darte cuenta de lo que ha pasado. Es entonces cuando dices lo que quieres.
-Será ***.
Creo que acabaré subiendo por las escaleras, así además hago ejercicio.

jueves, abril 19, 2007


Es una pelea por la noche, en medio de una plaza por el día transitada, pero por la noche evitada. Se pueden apreciar dos siluetas moviéndose en círculos con movimientos ágiles y rápidos. Con un solo vistazo se nota que son personas acostumbradas a vivir con reflejos, sin torpezas, solo impulso y respuesta, aunque en sus ojos se puede ver una fría determinación que indica que todo movimiento es calculado y que tienen la seguridad de llegar a donde quieren.
Una de las figuras se lanza y empieza a dar puñetazos, ha visto un punto débil, pero la segunda figura responde rápido y le aparta de un codazo, mientras vuelve a la carga ahora utilizando los pies. Patada a la pierna, a la otra, y vuelta atrás para cubrirse. De vez en cuando hacen una parada y se tantean. Se ve que se respetan y no juegan sucio, por lo que la pelea parece que no va a acabar nunca, pero todo tiene su final.
En un momento deciden que ha llegado el momento, las dos figuras se tiran sobre la otra a la vez y se enganchan. Ninguna está mejor situada, pero empiezan a sacar fuerzas de donde no las hay y lanzan golpes y golpes, da igual donde, más golpes y más golpes, siempre certeros, mientras reciben los del contrincante. Hasta que se separan, jadeando, con el cuerpo dolorido y los brazos dormidos del dolor. Sonríen y deciden que ya está bien por hoy.
-Tenemos que dejarlo esta semana porque tengo una entrevista de trabajo y no puedo llegar con la cara morada.
-Claro, ¿vamos a tomar algo ahora?
-Invito yo.

PD: A veces no está mal descargar un poco de estrés de maneras poco convencionales.

domingo, abril 15, 2007

El fuego purificador


Aun recordaba el crepitar del fuego, comiéndose su casa entera. Había visto cómo las lenguas del fuego acariciaban sus carísimos muebles de madera y se los comían poco a poco, con sus cosas dentro. Todo por lo que había luchado durante toda su vida se veía ahora reducido a cenizas. Todo con lo que se sentía identificado había sido arrasado y nadie lo recordaría realmente.
Ahora los últimos resquicios del fuego estaban siendo apagados por los bomberos. Habían llegado rápido, pero no lo suficiente, quizá si hubiera llamado antes se podría haber salvado algo, pero el fuego había tenido demasiado tiempo y no perdona.
Mientras, él pensaba en lo ocurrido. Toda su vida se habían convertido en unos momentos a un montón de escombros. Quizá era eso lo que había fallado, que su vida se podía resumir en una habitación, que no había nada más a parte del dinero ganado, ni de los objetos comprados. Ahora tendría que construir una vida de la nada, pero no le preocupaba. Su nueva vida sería indestructible, no la encerraría en una casa, haría algo grande, y para hacer eso había sido necesario el purificador efecto del fuego.
Vio cómo se le acercaba un bombero con un cigarrillo en la mano.
-Este ha sido el causante, lo hemos encontrado en una papelera.
-¿Un cigarrillo? ¿Cómo? Yo no fumo
-Algún amigo, o novia, un vecino. ¿Ha invitado a alguien últimamente?
-Antes del fuego había tenido una fiesta, ya sabe, supongo que alguien fumaría…Dios que voy a hacer ahora…
-Ya, lo siento mucho.
El bombero se disponía a irse, pero se dio la vuelta otra vez.
-Una cosa más, cuando nosotros llegamos, el fuego estaba completamente extendido y era imposible hacer nada. Además, la llamada recibida fue de un vecino, ¿cómo no llamó usted antes?
-Bueno, es que nos fuimos de mi casa todos a desayunar, cuando comenzó el fuego yo no estaba.
-Ya… Vale.
Mientras observaba cómo se iba el bombero se dio la vuelta sonriendo ante las perspectivas de una vida nueva creada de la nada, lo que le había caracterizado ya no existía, podría ser cualquier persona ahora. En ese momento, salió a la calle a dar una vuelta y aunque no le gustaba ese vicio, decidió fumar otro cigarrillo de la cajetilla que había comprado la noche anterior.

domingo, abril 08, 2007

Las comparaciones son odiosas...




... pero también inevitables. Tenemos la tendencia a comparar todo, desde que nos levantamos hasta que nos dormimos. La comida, esto estaba mucho mejor la semana pasada. El día, hacía mejor día ayer. A ti misma, vaya careto que tienes hoy. A la gente, hoy estás de muy mal humor.
Comparas lo que tienes con lo de los demás, y aunque lo tuyo a veces es muy bueno, casi siempre va a ser superado por otro. Esto nos lleva a querer algo mejor, día a día, porque siempre hay alguna novedad que empequeñece lo anterior. Empezamos a ver todas nuestras cosas obsoletas y queremos cambiarlo todo. ¿Por qué? Por las comparaciones.
Las que más duelen suelen ser las comparaciones entre personas.
-Tu hermano es más ordenado que tú.
-Pablo es mucho más simpático que tú.
- A ver si sacas las notas de Juan.
No hacen falta más ejemplos, todos las hemos vivido.
Es algo necesario, comparar experiencias, películas, libros, discos, lugares. Tenemos todo clasificado en nuestra cabeza y en un instante somos capaces de añadir un nuevo elemento, con su puesto en nuestra pequeña lista. Los mejores puestos son muy difíciles de alcanzar, por eso siempre tenemos que soportar una pequeña desilusión al comprobar que nos lo estamos pasando bien, pero que una vez me lo pasé mejor. Si no comparáramos quizá no habría estas derrotas, pero seguro que tampoco apreciaríamos tanto ese momento que supera con creces los anteriores.
Me encanta poder decir “nunca me había reído tanto.”

sábado, abril 07, 2007

¿Cómo ves tú el vaso?


Qué manía con ver siempre el vaso medio lleno. Con optimismo. Muchos siempre piensan que todos los problemas se resuelven solos, que si los dejan a un lado, acabarán desapareciendo, aunque nunca lo admitan. Saben que todo indica al fracaso, y lo aceptan, pero siempre, en un rinconcito de ellos, albergan una esperanza, por pequeña que sea, aun sin saberlo ni quererlo.
Esa es la causa de la decepción, la esperanza. El hecho de que aun siendo completamente conscientes de que es imposible que te toque la lotería (o al menos casi), sigues mirando ilusionado en el periódico si tus números coinciden, para, momentos después, soltar un taco y preguntarte otra vez por qué tiras el dinero. El hecho de que aun sabiendo que el mundo y la vida son injustas, sigues pensando que hay un gran equilibrio, y que tarde o temprano, todo lo que has sufrido, se convertirá en alegría., pero muy pocos pueden presumir de haberlo vivido.
Y algunos dicen que de ilusiones se vive, y me parece bien. Lo que no veo tan claro es vivir en el mundo de la piruleta. Puedes tener ilusiones sin dejar de ser objetivo y realista, puedo imaginarme volando, pero se que nunca lo haré porque no tengo alas.
Por eso a mi siempre me gusta ver el vaso medio vacío, no porque siempre espere lo peor (que también), sino para estar preparada. Si espero lo peor, y ocurre, dentro de lo malo, puedo soportarlo. Si espero lo peor y ocurre algo bueno, me alegraré el doble. Sin embargo, si espero lo mejor y ocurre algo bueno, estaré satisfecha, pero acostumbrada, no es una sorpresa. Y si espero lo mejor y ocurre lo peor, me hundiré en la miseria.

PD: No me confundáis con una catastrofista, ni con una hipocondríaca, ni con alguien que ve todo negro. Solo soy realista, y calculo siempre las opciones de victoria, pero también tengo sueños.