
Tengo una lista con momentos largos y realmente incómodos. Situaciones que intentas evitar a toda costa, pero que por alguna cruel razón del universo, todos vivimos más a menudo de lo que deseáramos.
Por ejemplo, el ascensor. Es un lugar muy propicio para que el tiempo se ralentice y tengas que sufrir una de las conversaciones más absurdas y forzadas de la historia, al encontrarse con un vecino.
Primero está el de la salida fácil.
-¿Qué? ¿Al cole?
Te gustaría decir:-No, me levanto a las ocho de la mañana un lunes y me voy con una mochila teniendo 16 años, solo por estirar las piernas.
Pero en vez de eso sonríes tontamente y contestas como una persona “civilizada”.
-Si…
También está el tema de conversación del tiempo.
-¿Qué frío verdad?
-Sí, y encima dicen que va a llover…
-…
A veces te puede pillar un vecino nostálgico.
-¿Cuántos años tienes ya?
-Diecisiete.
-Anda…que mayor. Si todavía me acuerdo de cuando eras un bebé y jugabas por la placita. Como pasa el tiempo…
-Si…
Yo últimamente opto por saludar educadamente y mirar al suelo durante los interminables segundos de subida en ascensor, para evitar este tipo de interesantísimas conversaciones.
Pero lo peor vecino de todos es el sincero. Estás tranquilamente en el ascensor cuando entra tu vecina.
-Vaya, has engordado, ¿eh?
Te gustaría contestarle que si, y que a ella cada día se la ve más vieja, pero tu asombro no te lo permite y simplemente te quedas con cara de pez hasta llegar a tu destino y darte cuenta de lo que ha pasado. Es entonces cuando dices lo que quieres.
-Será ***.
Creo que acabaré subiendo por las escaleras, así además hago ejercicio.
Por ejemplo, el ascensor. Es un lugar muy propicio para que el tiempo se ralentice y tengas que sufrir una de las conversaciones más absurdas y forzadas de la historia, al encontrarse con un vecino.
Primero está el de la salida fácil.
-¿Qué? ¿Al cole?
Te gustaría decir:-No, me levanto a las ocho de la mañana un lunes y me voy con una mochila teniendo 16 años, solo por estirar las piernas.
Pero en vez de eso sonríes tontamente y contestas como una persona “civilizada”.
-Si…
También está el tema de conversación del tiempo.
-¿Qué frío verdad?
-Sí, y encima dicen que va a llover…
-…
A veces te puede pillar un vecino nostálgico.
-¿Cuántos años tienes ya?
-Diecisiete.
-Anda…que mayor. Si todavía me acuerdo de cuando eras un bebé y jugabas por la placita. Como pasa el tiempo…
-Si…
Yo últimamente opto por saludar educadamente y mirar al suelo durante los interminables segundos de subida en ascensor, para evitar este tipo de interesantísimas conversaciones.
Pero lo peor vecino de todos es el sincero. Estás tranquilamente en el ascensor cuando entra tu vecina.
-Vaya, has engordado, ¿eh?
Te gustaría contestarle que si, y que a ella cada día se la ve más vieja, pero tu asombro no te lo permite y simplemente te quedas con cara de pez hasta llegar a tu destino y darte cuenta de lo que ha pasado. Es entonces cuando dices lo que quieres.
-Será ***.
Creo que acabaré subiendo por las escaleras, así además hago ejercicio.