
Anteriormente conocido como botellón, y celebrado durante muchos viernes a lo largo del año, este día ha ido degenerando hasta convertirse en un intento obsesivo de buscar un lío, mezclado con lloriqueos y vómitos.
En un principio, el botellón se creó para que los amigos se reunieran el fin de semana para ahogar las injusticias de la vida en alcohol, para olvidarse de la horrible semana que habían pasado, o simplemente para pasar un buen rato. Pero en los últimos años la gente busca en el alcohol una excusa para buscar desesperadamente un ligue sin miedo al ridículo, y para poder llorar una tarde entera por sus desamores, mientras alguien le sujeta y le consuela.
El día del apareamiento empieza como otro cualquiera, sin embargo a medida que avanza la tarde, uno va viendo como una persona puede convertirse en un ser asqueroso que manosea a los demás y se deja manosear, y lo más asombroso, cómo una persona puede estar enamorada de otras dos personas a la vez, y que al final de la tarde sean otras dos completamente diferentes. También se puede ver cómo una persona frustrada deja de ser persona, y se va por los rincones vomitando, llorando y haciendo que alguien cuide de ella.
Pero, quizá lo más importante de todo, es que el único tema permitido es el de las relaciones, los gustos y líos ocurridos o por ocurrir.
El total de todo esto es una depresión a nivel general, porque el desamor de uno lo sienten todos, excepto unos pocos, que han conseguido su objetivo y están satisfechos como los depredadores que han alcanzado a su presa y se han dado un festín, y otros, que se hartan y aburren de tanta tontería.